Ing Lidia Medina
MP 180 CI
La velocidad, entendida como el cambio de posición vectorial en una unidad de tiempo, no es un concepto fácil para las artes visuales. Captar, representar, crear la ilusión óptica o presentar el movimiento ha sido una preocupación que encontramos desde los primeros registros gráficos de la humanidad.
A fines del siglo XIX, durante excavaciones arqueológicas en Creta, se descubrió el palacio de Knossos, que se asoció al culto del minotauro. En uno de los salones se encontró un fresco entre los que mejor estado de conservación presentaban que representa una imagen ceremonial: la taurocatapsia.

Fresco minoico-salto del toro-palacio Knossos, Creta-1500 a.C.
Vemos como en el movimiento implícito las figuras se sostienen en un contexto en el que el equilibrio sólo es posible si se está en movimiento, como es el caso de los atletas que muestran su destreza en este juego ceremonial del salto del toro. Este mural restaurado se encuentra actualmente en el museo de arqueología de Heraklion, capital de Creta.
Se recrea el movimiento usando líneas dinámicas: líneas zigzagueantes o que describen curvas amplias que colaboran a la sensación de movimiento. La línea se concibe como un punto en movimiento que describe una trayectoria. La combinación de colores en fuerte contraste también se emplea para sugerir movimiento.
El interés por la destreza física también fue tema de la modernidad. El circo, entretenimiento por excelencia de fines del siglo XIX, con su dinámica y energía desplegada en escena inspiró a grandes pintores de la época: Renoir, Seurat, Tolouse Lautrec, entre otros.
George Seurat (1859-1891), pintor impresionista francés-cultor de la técnica del puntillismo- enfatiza la representación del movimiento en esta obra contrastando las líneas rectas y figuras inmóviles de las gradas contra las líneas dinámicas de los personajes circenses en la pista.
El motivo de esta obra es el mismo que el del mural minoico realizado 3500 años antes, mostrar una destreza física. La diferencia entre ambas reside en que el mural es una vista lateral plana en tanto la obra moderna emplea la perspectiva para dar sensación de profundidad.

George Seurat, El Circo-1891, óleo sobre lienzo, Museo d´Orsay-París
Pocas décadas después surgieron escuelas artísticas que representaron la velocidad no como un concepto meramente físico sino como la representación de la aceleración de los cambios sociales producidos por la tecnología, como el Futurismo a principios del siglo pasado, movimiento que se desarrolló entre 1909 y 1920. Estos hitos de transformación social, llegados con la revolución industrial del siglo XIX, en el que las máquinas a vapor del siglo XVIII fueron superadas por la eficiencia del motor a combustión -revolucionando los medios de transporte con la aparición del automóvil y del avión- produjeron una nueva percepción de la realidad.
Así como en el cine la sensación de movimiento es producido por la persistencia retiniana de imágenes sucesivas con modificaciones que el ojo no llega a percibir como discontinuidades, en la siguiente obra estática se reiteran figuras ligeramente modificadas para dar la sensación de movimiento. Esto es, se crea un motivo que es el que reproduce el movimiento usando un ritmo visual por repetición de formas, colores o algún otro componente visual.

Giacomo Balla, Dinamismo de un perro con correa, óleo sobre lienzo, 1912-Albright Knox Gallery
La composición se resuelve con una visión recortada de los pies y volados del vestido de una dama que lleva a su perro paseando de una correa que se mueve sobre una diagonal. En esta obra hay una fusión de cubismo y futurismo en la que a los múltiples puntos de vista del objeto se les asigna continuidad descomponiendo el movimiento en una serie de planos.
Más avanzado el siglo XX surgió el cinetismo, corriente que no representa el movimiento, sino que lo presenta. Se incorporan motores eléctricos o la acción de corrientes de aire u otros fluidos para producir movimiento en las obras de arte provocando efectos cinéticos. Estas obras juegan con la percepción del espectador. Ya el arte óptico jugaba con la percepción, pero en lugar de aplicar movimiento en la obra se inducía el movimiento del espectador para crear el efecto óptico de movimiento en la obra o se forzaba la percepción visual del espectador mediante repetición y contraste obligando al cerebro a organizar la información sensorial compleja.
Los ´60 fueron años fructíferos para la proliferación de experiencias relacionadas con el diseño industrial y los nuevos materiales como el plexiglás, el acero inoxidable, el acrílico.
Formados en las escuelas de Bellas Artes de Bs. As. y luego radicados en París, los artistas Julio Le Parc (Mendoza,1928) y Martha Boto (Bs As, 1925- París, 2004) incursionaron tanto en arte cinético como en Op Art. Boto formó parte del Grupo de Arte No Figurativo. Emplea lo que crítica denominó “el principio de repetición en el mundo de la reflexión”. Le Parc formó parte del Grupo de Investigación de Arte Visual y prefiere referirse a la experimentación como una aproximación a la actividad humana, no al arte. Ambos crean formas puras y combinan el movimiento, la luz y el color para crear juegos perceptivos.

Le Parc, objeto cinético óptico por desplazamiento del espectador, 1969

Martha Boto- Enjambre de reflejos-instalación cinética, 1965
No hay en estas obras pretensión de trascendencia ni de generar un significado. Todo se traduce en términos psicofísicos y en producir una ilusión óptica, una distorsión de la realidad capaz de actuar sobre las emociones creando tensiones y distensiones del espíritu. Es el arte como juego, el arte en su función lúdica.