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Proyección

Proyección

N° 120, Noviembre 2025.

Edición Bimestral del Colegio de Ingenieros de Jujuy

CULTO A LOS MUERTOS

CULTO A LOS MUERTOS

Ing. Lidia Medina
MP 180 CI

Cada vez que se aproxima fines de octubre evocamos a los seres queridos que ya no están y cuyos espíritus partieron a algún lugar que imaginamos como un mejor lugar al que habitamos. Cada cultura identifica este tránsito de forma particular.

Para los antiguos griegos, sólo los elegidos podían llegar a las islas de la bienaventuranza cruzando el río Leteo, uno de los cinco ríos del inframundo. Allí reinaba el olvido. Según el mito, el alma del difunto debía cruzar el río Estige, que separaba el mundo de los vivos del de los muertos, en la barca de Caronte que lo llevaría ante Cerbero -feroz canino de tres cabezas que custodiaba el ingreso al inframundo donde reinaba Hades- para ser juzgado por sus acciones en vida. 

El rito funerario griego constaba de tres etapas. Primero, durante la Prothesis, el cuerpo preparado se exponía en el ámbito familiar para la despedida, luego se trasladaban los restos hasta el cementerio –Ekphora– para su inhumación o, si el cuerpo se había sometido previamente a un holocausto, se colocaban en una vasija funeraria las cenizas. Según el estatus social y género del difunto se disponía un ajuar: armas, joyas y unas monedas para el pago al barquero Caronte. Luego del entierro se celebraba un banquete para honrar al muerto y el ritual se cerraba depositando los residuos del banquete sobre la tumba pasados treinta días del entierro, llamado Triakostia, con lo que culminaba el periodo de duelo. 

 

Prothesis-pinax de figuras negras siglo VI a.C., Walter Art Museum-Baltimore

En la China preimperial, desde el 2° milenio hasta antes de la unificación de la China bajo un solo emperador en el 221 a.C., el culto de los antepasados involucraba su honra durante varias generaciones. En la época preimperial, dinastías Shang y Zhou, se enterraban los muertos en cámaras subterráneas donde se depositaban objetos personales para el bienestar del difunto en el más allá así como huesos oraculares, campanas, tallas en jade, carros de combate, equinos y otros objetos que incluían los llamados bronces ceremoniales que cumplían una función ritual, cuyo tipo y cantidad estaban reglamentados según la dignidad y rango del difunto. El Museo Argentino de Arte Oriental contiene un sinnúmero de piezas del rito funerario chino, entre las que destacan:

Eje de carro ceremonial-bronce, dinastía Shang, siglo XVII a XI a.C.

Incensario boshan-hierro y terracora, dinastía Han, entre 221 a.C. y 206 d.C.

En tanto, en la China imperial se producen modificaciones en los ritos funerarios en coincidencia con el pasaje de la edad de bronce a la de hierro y se incorporan, además de los citados, elementos de terracota: vasijas, figuras y otros enseres. La tumba de Qin Shi Huang, primer emperador de la China unificada, dinastía Qin (221 a.C.-206) contenía el asombroso ejército de terracota con 8000 guerreros, 130 carros de combate y 670 caballos en escala real -descubierto en 1974 por unos agricultores.

 

En el rito funerario del antiguo Egipto se practicaba el embalsamiento de los difuntos con técnicas más o menos onerosas y complejas según el rango, preparando el cuerpo para la vida eterna en el más allá. Las ceremonias incluían la preparación del difunto para que pudiera comer y beber y se presentase ante los dioses para ser juzgado con la balanza de la Verdad.

En la cultura celta y celtíbera se practicó el holocausto pero también se efectuaron hallazgos arqueológicos de la exposición de los difuntos a cielo abierto para que las aves de carroña cumplieran con el mito del pasaje del alma del difunto a los cielos. Las aves y los animales cumplían el rol de guía hacia el otro mundo. La muerte más honrosa era la de los héroes en la batalla. Las necrópolis encontradas muestran losas de piedra en las que se piensa que se exponían los cuerpos. Luego se descarnaban los huesos y se incineraban disponiendo las cenizas y restos óseos en urnas junto con su ajuar: armas, utensillos que previamente eran inutilizados en una especie de muerte ritual para evitar su retiro y separación del difunto y mantener la identidad de éste en el tránsito al más allá. Las lápidas de entonces eran innominadas.

Fíbula-gancho del vestuario celtíbero-necrópolis de Numancia-España

En América del Sur, en el Tawantinsuyu, según la zona los cuerpos se disponían en cuevas o en bóvedas en posición reclinada, con sus mejores prendas y acompañados de un ajuar: objetos personales, herramientas y comida. En tanto, el pueblo aymara disponía los cuerpos sobre el suelo y construía un mausoleo de bloques piedras sobre él. Sólo se momificaban los cuerpos de la nobleza y clase gobernante. La momia del Inca quedaba al cuidado de su descendencia, así como el relato de sus hazañas y podía ser sacada en procesión. Durante el aya marcay quilla, la fiesta de los muertos, se bailaba con la momia del difunto en andas y luego de la ceremonia se lo volvía a depositar en su lugar de descanso acompañado de objetos y animales. Esta práctica fue prohibida a partir de la colonización por resultar despreciable para el culto católico. El calendario inca realizaba estas ceremonias en el mes once, coincidentemente, la iglesia católica oficializó el culto a los muertos a partir del 2 de noviembre del año 998. 

Los museos de arqueología suelen contar con material de los rituales funerarios e inclusive momias recuperadas y exhibidas para conocimiento del pasado. Seguirá siendo tema de polémica si interrumpir el tránsito al más allá de nuestros ancestros por un interés científico no es una muestra de falta de respeto a sus culturas.

Nos esperan días de traer de la memoria el recuerdo de nuestros seres queridos. En algunos hogares se homenajeará a los difuntos con tantaguaguas y alimentos para la visita de las almas. En otros se festejará el Halloween, versión contemporánea del culto celta de inicio del invierno All Hallows Eve que irlandeses y escoseses trasladaron a EEUU donde devino en noche de brujas.  También visitaremos los cementerios donde esperamos reencontrar gestos perdidos y pedir protección de los nuestros desde el más allá, sea donde fuere que se encuentre ese no lugar.

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CIJ | Revista Proyección – Edición Noviembre 2025

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