Ing Nestor Aguirre
Vicepresidente CIJ
Basado en el ultimo documento elaborado por la Asociación de Distribuidoras Eléctricas Latinoamericanas (ADELAT), puedo afirmar que la transición hacia redes de distribución eléctricas digitalizadas y automatizadas (D&A), representa uno de los pilares fundamentales de la transformación energética global. Esta evolución no solo busca mejorar la eficiencia técnica y operativa del sistema, sino que también promueve la sostenibilidad, la integración de energías renovables y una relación más activa entre usuarios y empresas distribuidoras. En este contexto, Argentina enfrenta importantes desafíos, pero también tiene una ventana de oportunidad estratégica para modernizar su infraestructura eléctrica.
A nivel internacional, la digitalización y automatización de las redes de distribución eléctrica se está consolidando como un proceso estructural impulsado por tres factores principales:
- Transición energética: la necesidad de descarbonizar las matrices energéticas exige redes más flexibles, eficientes y preparadas para gestionar energías renovables intermitentes.
- Centrado en el usuario: el consumidor se transforma en “prosumidor”, participando activamente en la generación, almacenamiento y gestión de su consumo energético.
- Avances tecnológicos: la disponibilidad de nuevas herramientas como inteligencia artificial, sensores IoT, y big data, permite una operación más precisa, eficiente y segura de la red.
Las principales tecnologías que impulsan esta transformación digital se resumen en el siguiente cuadro:

Asimismo, las soluciones emergentes que están redefiniendo la lógica de distribución eléctrica, generando beneficios son las siguientes:
- Gestión activa de la demanda (Demand Response): programas que permiten ajustar el consumo según señales del sistema o del mercado.
- Microredes (Microgrids): redes eléctricas locales que pueden operar de forma autónoma o conectadas a la red principal.
- Digital twins: gemelos digitales que replican virtualmente la red eléctrica para simular escenarios, planificar inversiones y predecir fallas.
- Ciberseguridad energética: sistemas y protocolos específicos para proteger la infraestructura digital crítica de ataques o fallas.
- Blockchain: para trazabilidad de energía, contratos inteligentes y sistemas de intercambio entre usuarios (P2P).
Un contexto desafiante con avances concretos
En un contexto internacional con un proceso estructural definido, con tecnologías y soluciones emergentes el proceso de digitalización de la red eléctrica en Argentina a diferencia de otros países de América Latina, ha sido limitado y fragmentado, condicionado por factores económicos adversos, restricciones presupuestarias en las empresas distribuidoras y un marco regulatorio que, hasta hace poco, no contemplaba incentivos específicos para este tipo de inversiones.
No obstante, algunas distribuidoras han comenzado a dar pasos significativos. Edenor y Edesur, por ejemplo, han liderado proyectos piloto en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) que incluyen la instalación de medidores inteligentes y la automatización parcial de subestaciones y alimentadores de media tensión. Estas iniciativas permiten una mejor detección de fallas, una operación más eficiente y una reducción en los tiempos de respuesta ante interrupciones.
Un hito reciente es la Resolución ENRE N.º 522/2024, que establece lineamientos y criterios para financiar el Programa de Medición Inteligente en el AMBA. Esta medida, aunque focalizada, marca un paso importante hacia una política más estructurada de digitalización, brindando señales regulatorias positivas a las empresas del sector.
Además, en otras jurisdicciones se registran experiencias destacables. Por ejemplo, Ejesa en Jujuy ha comenzado a implementar tecnología de detección de fallas y sistemas de automatización en redes de media tensión en zonas urbanas, incluyendo capital e interior, con una visión de largo plazo que apunta a incorporar progresivamente soluciones de monitoreo remoto y gestión centralizada. Aunque se trata de desarrollos incipientes, constituyen pasos firmes hacia una red más moderna.
Un rezago regional que requiere políticas activas
A pesar de estos avances, el grado de digitalización de las redes eléctricas argentinas sigue siendo bajo en comparación con otros países de la región. Según datos de ADELAT y el BID, solo el 1% de los usuarios en Argentina cuenta con infraestructura de medición inteligente (AMI), frente al 8,8% en Chile, el 3,9% en Colombia o el 54% en Costa Rica. Este rezago evidencia la necesidad de implementar políticas activas y un modelo regulatorio que reconozca las inversiones reales y promueva la adopción de nuevas tecnologías. La actual estructura de remuneración, basada en el modelo de empresa tipo, no contempla adecuadamente los costos reales asociados a la innovación tecnológica, lo que desalienta a muchas distribuidoras a invertir en D&A. Resulta imprescindible revisar esta lógica y avanzar hacia esquemas tarifarios basados en costos reales, con ciclos de revisión más cortos e incentivos específicos para tecnologías digitales.
Beneficios esperados de la digitalización
La implementación a gran escala de tecnologías de digitalización y automatización en la distribución eléctrica puede generar beneficios significativos para el sistema energético argentino:
- Reducción de pérdidas técnicas y no técnicas mediante un control más preciso de la red.
- Optimización de la inversión en infraestructura, gracias a herramientas de análisis y planificación como los sistemas ADMS y GIS.
- Mejora de la calidad del servicio, reduciendo los tiempos de interrupción mediante detección remota de fallas y reconexión automática.
- Empoderamiento del usuario, que puede gestionar su consumo en tiempo real y participar en esquemas de respuesta a la demanda.
- Integración eficiente de energías renovables y almacenamiento distribuido, haciendo más flexible y resiliente la red eléctrica.
Además, desde una perspectiva social y ambiental, la digitalización puede contribuir a una distribución más equitativa del servicio, facilitar la atención a usuarios vulnerables, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y promover una economía circular basada en el uso eficiente de los recursos energéticos.
Hacia un modelo DSO: el próximo paso estratégico
Una recomendación clave para acelerar la transformación digital es evolucionar el rol tradicional de las distribuidoras hacia el de Operadores de Sistemas de Distribución (DSO). Este modelo, ampliamente discutido en foros internacionales, implica que las distribuidoras no solo gestionen activos físicos, sino que también coordinen recursos distribuidos, integración de renovables, vehículos eléctricos y sistemas de almacenamiento. Esto requiere una fuerte inversión en infraestructura digital, capacidades analíticas, ciberseguridad y un marco normativo que habilite esta transición.

Recomendaciones específicas para Argentina
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Revisión del marco regulatorio para incluir incentivos explícitos a la inversión en tecnologías digitales.
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Acceso a financiamiento mediante cooperación público-privada y alianzas con organismos multilaterales.
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Creación de laboratorios de innovación y proyectos piloto en distintas regiones del país, que permitan adaptar soluciones a contextos diversos (urbanos, rurales, de alta y baja demanda).
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Formación técnica y profesional para actualizar la capacitación del personal de las distribuidoras y preparar a los nuevos perfiles que requiere la red digital.
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Fortalecimiento de la ciberseguridad como eje transversal de cualquier estrategia de digitalización.
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Participación de proveedores como socios estratégicos, desde el diseño hasta la operación de las nuevas soluciones tecnológicas.
Conclusión
Argentina tiene la oportunidad de dar un salto cualitativo en la gestión de su sistema eléctrico si logra consolidar una estrategia de digitalización basada en regulaciones claras, financiamiento adecuado e innovación tecnológica. El camino no está exento de desafíos, pero los beneficios operativos, económicos, sociales y ambientales justifican plenamente la transformación. La clave estará en diseñar un modelo argentino de red inteligente, que combine buenas prácticas internacionales con una mirada realista y adaptada al contexto local.
